Mi intercambio: lo malo
Pensando acerca de mi experiencia Erasmus me he dado cuenta de que tuve 2 semestres completamente diferentes, casi como 2 Erasmus distintos pero en el mismo sitio. La razón principal es por el cambio de los estudiantes internacionales del primer semestre y los del segundo.
Para mi, el primer semestre estuvo caracterizado por la novedad. Absolutamente todo era nuevo: nuevo país, nuevo idioma, nuevo clima, nueva habitación y muchos desconocidos. Sin embargo, gradualmente empecé a conocer a fondo a mis compañeros de la residencia, a mi compañera de habitación y a la comunidad Erasmus en general. Asistí a muchas reuniones de la ESN de Belfast y a otros tantos pub crawls. Todo organizado por la universidad para que nosotros nos sintiésemos más acogidos y para que, poco a poco, todos los Erasmus nos hiciésemos amigos. Así, empecé a formar mi primera red de amistades en Belfast y organizábamos bastantes fiestas en la residencia. Todo el mundo estaba muy abierto a conocer a todas las personas posibles ya que todos éramos nuevos en la ciudad. Así se desenvolvieron los 3 meses que duró el primer semestre, lleno de grandes eventos que marcaron la vida social de ese periodo: fresher’s week, Oktoberfest, Halloween, Navidad... Y, por último, llegó la odiosa despedida. Llegaba el momento de despedirse de aquellos con los que habíamos compartido tan buenos recuerdos y, al mismo tiempo, volverse a casa para celebrar la Nochebuena en familia.
Luego llegó el segundo semestre. Todos aquellos huecos que se quedaron vacíos fueron llenados por nuevos estudiantes de intercambio pero el número de Erasmus que se dejaban ver el pelo era mucho menor. Enero fue un mes muy frío.
Llegados a ese punto nos habíamos acostumbrado a nuestra rutina, nos habíamos acostumbrado a estar allí. Ya todo lo que era emocionante por la novedad del primer semestre dejó de serlo para pasar a un segundo plano.
Al mismo tiempo que ocurría este desencanto, los nuevos internacionales estaban intentando asentarse, en esa especie de burbuja en la que uno se encuentra en un lugar nuevo: entre perdido y encantado.
Ocurrió una desconexión insalvable entre los viejos y los nuevos estudiantes. Este semestre fue algo más duro académicamente así que no quedaba mucho tiempo como para intentar conectar con los nuevos. El proyecto de la ESN Belfast del primer semestre fracasó estrepitosamente y ya prácticamente no había eventos programados por la universidad para nosotros. Sin embargo, la comunidad Erasmus entera sustituyó estas actividades del primer semestre por muchas salidas a un famoso club de Belfast llamado Limelight. Allí ahogábamos nuestras penas y estrés académico cada jueves, e incluso algunos martes también. Los fines de semana tampoco se salvaban, y solíamos salir al treehouse. Pasaron los 3 primeros meses del año sumergidos en una frenética vida nocturna, muy distinto al primer semestre. Hasta que, poco a poco, incluso los nuevos internacionales se cansaron de salir cada semana al mismo sitio y cada vez iban quedando menos personas en estas salidas. Para mí, tantas fiestas en el mismo sitio todas las semanas ahogaron mucho del espíritu de la comunidad.
Ya no quedaba nadie nuevo por conocer y, fruto del aburrimiento, surgió el drama. Muchas personas se dedicaban a hablar sobre otras personas y a cotillear sobre su vida como si no hubiese un mañana. Las clases se acabaron en abril y mis exámenes finales se terminaron el 8 de mayo. A partir de entonces fue todo una marcha atrás hasta el momento de la despedida final. También fue un buen periodo en el que aproveché y visité los sitios que aún me quedaba por ver. Ese último mes estuvo caracterizado por un tiempo excelente, muy impropio de Belfast. Hicimos excursiones variadas y nos íbamos despidiendo de aquellos que regresaban antes a sus países.
Ya no quedaba nadie nuevo por conocer y, fruto del aburrimiento, surgió el drama. Muchas personas se dedicaban a hablar sobre otras personas y a cotillear sobre su vida como si no hubiese un mañana. Las clases se acabaron en abril y mis exámenes finales se terminaron el 8 de mayo. A partir de entonces fue todo una marcha atrás hasta el momento de la despedida final. También fue un buen periodo en el que aproveché y visité los sitios que aún me quedaba por ver. Ese último mes estuvo caracterizado por un tiempo excelente, muy impropio de Belfast. Hicimos excursiones variadas y nos íbamos despidiendo de aquellos que regresaban antes a sus países.
Para mi fue un contraste bastante significativo entre un semestre y otro pero con eso no quiero decir que la experiencia no mereciese la pena porque si lo hizo. Yo estuve mucho más contenta de lo que habría estado quedándome en mi universidad de origen. Simplemente es todo cuestión de perspectivas, de la experiencia personal de cada uno y yo he resumido bastante bien la mía en términos de semestres.
Me pregunto cuál será la experiencia que tendrán el año que viene los nuevos estudiantes de intercambio.
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