La isla griega de Milos

Tras unos meses bastante duros, carcomida por el estrés de los estudios y la búsqueda de empleo no hay nada mejor que darse una escapada. Nuestro siguiente destino se encuentra en el mar Egeo, cuna de fascinantes historias como La Ilíada o La Odisea. De entre las miles de islas que contiene Grecia, la elegida para este viaje es Milos ya que es una de las mas grandes y con mucho que ofrecer.

Para poder llegar a la isla uno debe tomar el ferry desde Atenas y se tarda 3 horas aproximadamente. La experiencia de ir en ferry es muy cómoda y el viaje se hace muy ameno. La llegada de un ferry a la isla es todo un evento muy esperado ya que la isla depende casi en su totalidad del turismo. 


En nuestro primer día visitamos el Anfiteatro romano de Milos. De camino al Anfiteatro pudimos ver el lugar donde un campesino se encontró de casualidad a la famosa Venus de Milos cuando estaba arando su tierra. Sin embargo hoy en día no queda nada allí ya que como todos sabemos la Venus de Milos se encuentra en Paris.

El Anfiteatro fue uno de mis lugares favoritos en la isla. Te lleva atrás en el tiempo y te hace pensar en las obras que se representaron hace miles de anos en aquel teatro. Es un milagro que un lugar como aquel haya perdurado durante tantísimo tiempo. También es un experimento interesante de acústica ya que los teatros de aquella época tomaban mucho en cuenta la acústica en su construcción. Si estas en el centro de la escena se te puede escuchar perfectamente desde las gradas del teatro, incluso si solo estas susurrando. Los antiguos griegos no tenían ninguna necesidad de micrófono ni nada por el estilo. Nosotros hicimos la prueba y fue muy divertido. 



A continuación fuimos a las catacumbas de Milos, lugar donde se ocultaban los primeros cristianos de la isla y enterraban a los suyos. Sin embargo, las catacumbas fueron saqueadas de los pequeños elementos decorativos como lamparas u objetos personales que había en la entrada de cada tumba. Como dato interesante, las tumbas se solían rodear de sulfuro para disfrazar el mal olor. Mi entrada fue gratuita al ser menor de 25 años ✌


Desde las catacumbas hasta el barrio de Plaka no hay mucho camino así que decidimos aprovechar que estábamos en la zona para visitar Plaka. Allí subimos hasta lo alto de una iglesia con una vista increíble a toda la ciudad.



Al día siguiente nos despertamos con el sonido ensordecedor de la sirena de un crucero varado en la bahía. Tomamos un montón de fotos con el zoom ampliado al máximo para intentar averiguar que estaba pasando al estilo de un detective privado 📸


Al final resulta que simplemente era simplemente una parada habitual del crucero. Como es demasiado grande para acercarse a la costa, ya que en Milos no tiene mucha profundidad, tienen que llevar a los turistas en las lanchas para poder desembarcar. Nada emocionante como una misión de rescate ni nada parecido.

Aquel día continuamos nuestra aventura visitando la playa de Sarakiniko, la cual parece sacada de otro planeta. El color de la roca es totalmente blanco y el fuerte viento ha creado formas muy interesantes en el paisaje.

                             ¿Sarakiniko o Tatooine? (el planeta de Luke Skywalker)

Hay una pequeña bahía donde uno se puede bañar aunque esta llena de turistas 



También es interesante adentrarse en las cuevas de Sarakiniko, justo al lado de la playa, creadas por los piratas corsarios como escondite.



Tras una mañana de aventuras y de un buen chapuzón, era hora de volver a Adamadas, donde nos alojamos, para buscar algún restaurante. Sin embargo, perdimos el autobús de las 14:00 y no había otro hasta dentro de varias horas. Nos toco caminar aproximadamente cuarenta minutos bajo el sol para volver a Adamadas. Honestamente no fue tan malo como pensaba porque nos habíamos refrescado con el baño y, como nos estábamos divirtiendo, el camino se nos hizo corto. Luego nos toco disfrutar de una bien merecida recompensa 😋🍴



El día siguiente también tenia que ver con darse un chapuzón. Fuimos a la playa de Firiplaka, la mas bonita de la isla según el camarero de la cafetería a la que solíamos ir para desayunar. Como esta completamente al sur de la isla es mas difícil acceder a la playa y mas aun dependiendo del autobús por lo que decidimos coger un taxi de ida solo por esta vez. El taxista nos pego un sablazo pero tampoco podíamos esperar otra cosa. Una vez que llegamos a Firiplaka nos encanto el paisaje. Esta playa, a diferencia de Sarakiniko, es de arena y hay mucho mas espacio para nadar.


Playa de Firiplaka


Después de bañarnos en la playa durante varias horas regresamos al barrio de Plaka para ver el atardecer desde lo alto del castillo. La subida fue bastante cansada pero la vista merece totalmente la pena.


Llegamos un poco tarde cuando ya casi estaba anocheciendo. Recomiendo ir un poco antes para ver mas colores del atardecer

El barrio de Plaka se llena de vida tras el anochecer y es muy pintoresco pasearse por sus calles.



El ultimo día decidimos visitar la zona norte de la isla ya que no habíamos visto mucho de la zona. Fuimos a un pequeño pueblo llamado Pollonia. Aquel día soplaba muchísimo el viento, tanto que los barcos tenían prohibido navegar. Nos quedamos con las ganas de hacer un tour de la isla por barco pero el tiempo no fue muy favorable. Nos tocara hacerlo en la próxima visita 🚤


En esta foto se puede ver la fuerza del mar aquel día

Recapitulación y final del viaje

¡Todo el mundo a bordo! Zarpamos en el ferry de vuelta a Atenas. Por desgracia nuestros días en la isla de Milos han llegado a su fin. Sin embargo hemos tenido tiempo suficiente en la isla para pasarlo en grande y disfrutar como chiquillos. El olor a sal, la brisa en la piel y la arena en los pies. Sensaciones increíbles que hacia mucho tiempo no sentía. Ha sido como una vuelta a la infancia con esos viajes veraniegos a la playa. ¡Que gozo! La vida isleña realmente es otra cosa. Por no hablar de la comida, hemos degustado plato tras plato exquisito. La comida aquí es sinónimo de disfrute pero su vez la comida destaca por su sencillez lo cual lo hace incluso mejor. Nada de recetas complejas, no es necesario. Los platos se basan en la calidad de los ingredientes, frutas y verduras frescas, queso local… Ojalá comer así todos los días.

Comida cortesía del restaurante Spirtoni, uno de los mejores.
De hecho, nos gusto tanto que repetimos 3 veces

Los recuerdos que ofrecen las tiendas de souvenir no tienen esa frecuente etiqueta “made in China”, en cambio son artesanías hechas en Milos. En la isla residen artesanos locales que confeccionan y crean productos resultantes de su creatividad y esmero. Tazas hechas a mano, lienzos con hermosas escenas marítimas, una variedad de adornos hechos con los minerales locales y la lista prosigue. 

Vivir en una isla, incluso con un turismo relativamente masificado como Milos, tiene una gran ventaja de familiaridad con su gente. Es posible formar conexiones con los residentes de la isla. Te encuentras con caras simpáticas y conocidas a diario.  

Después de unos días aquí me llevo una sensación de renacer. De volver a tener ganas de vivir intensamente y disfrutar de cada segundo, incluso con las cosas más simples. 

¡Gracias Milos! o como dirían por estas tierras: ευχαριστώ Μήλο!

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