Edimburgo en 2 días



Edimburgo es una ciudad rodeada por un aura misteriosa e intrigante. Ya en el siglo XIX contaba con una gran aglomeración de personas en un espacio relativamente reducido, lo que consecuentemente conducía a unas condiciones muy poco salubres que han formado el escenario perfecto para muchas historias fantasmagóricas.

La ciudad se divide en dos partes principales: New town y Old town. Curiosamente, la parte nueva de la ciudad también podría considerarse relativamente antigua; sólo se llama nueva en comparación con el casco histórico.

Es posible visitar Edimburgo en unos pocos días ya que no es una ciudad excesivamente grande y se puede ir caminando a la gran mayoría de los sitios. A continuación te voy a proponer un plan para visitar Edimburgo en tan solo 2 días:

En Edimburgo todo empieza con la Royal Mile, arteria prinicipal del casco antiguo así que te recomiendo comenzar tu visita directamente ahí. Es una bonita calle peatonal en la cual se encuentran una multitud de tiendas y restaurantes.

No me esperaba encontrar uno de estos teléfonos en Escocia pero hay unos cuantos por el centro

También es en la Royal Mile donde comienzan los free tours de la ciudad, los cuales te recomiendo encarecidamente ya que podrás ver la mayor parte del casco antiguo de la ciudad en 2 o 3 horas. Es una forma muy práctica de conocer la ciudad, de la mano de personas que o son nativos de allí o llevan muchos años viviendo en la ciudad y conocen los detalles más jugosos sobre su historia. Puedes elegir entre un tour de día normal o también puedes hacer el tour de noche sobre los misterios de la ciudad. Personalmente he hecho ambos y cada uno tiene su gracia. Quizás el tour de día es más informativo y te da detalles más realistas sobre la ciudad. Por otro lado, los tours nocturnos suelen estar diseñados para entretener al turista y, por lo tanto, se cuentan algunas historias que más bien son rumores de la ciudad.

Por ejemplo, una de las historias cuenta que había mucha caza de brujas en la ciudad. Tras aquellos juicios de brujas, solían arrojar los cuerpos al río. Entonces la gente creía que el río estaba maldito. Más adelante se comenzó la construcción de un gran puente para poder cruzar dicho río, pero nadie quería ser el primero en pasar porque creían que las brujas les maldecerían. Por ello, le pidieron a la habitante más anciana de Edimburgo que fuese ella la primera en cruzarlo una vez que estuviese terminado. Total, ellos pensaban que al ser tan mayor, la maldición no molestaría tanto a la anciana. Ella aceptó y así se acordó. Cuando llegó el día en el que estrenarían el puente, tocaron en la puerta de la anciana para que fuese a cruzarlo. Tocaron y tocaron sin obtener respuesta alguna. Cuando entraron por la fuerza, se dieron cuenta de que la anciana había fallecido. Ya no había nadie que quisiera estrenar el puente. Entonces se les ocurrió una idea: llevarían el cuerpo de la anciana en un carro que iría por delante del grupo. De esa manera sería su cuerpo el que absorbería las maldiciones de las brujas y el resto podría pasar sin problemas. Y así fue, el día del estreno los habitantes marcharon detrás del carro que llevaba a la anciana. Podríamos decir que el problema fue solucionado a la escocesa.

Siguiendo el recorrido de la Royal Mile te encontrarás con la St. Gile´s Cathedral. Es una preciosa iglesia situada en medio de la concurrida Royal Mile. A pesar de que, como ya he mencionado antes, se llame catedral en realidad no lo es porque sería necesario que un obispo le otorgue ese título. Sin embargo, como es la iglesia más importante de Edimburgo se le ha otorgado ese nombre para hacerla un poco más grandilocuente. Por dentro cuenta con muchas cristaleras y un estilo más austero, típico de las iglesias protestantes. Cuenta con una pequeña sala llamada la Capilla del Cardo decorada con diferentes escudos de diversas órdenes de caballeros. También tiene algunas estatuillas más modernas, entre ellas un gaitero (como no podía faltar en Escocia).

St Gile´s Cathedral

Capilla del cardo

¡Y como olvidarnos del símbolo de la ciudad por excelencia: el Castillo de Edimburgo! Se localiza al final de la Royal Mile en lo alto de una gran colina, como todo castillo que se precie. La entrada es algo costosa, 17 libras, pero imposible visitar Edimburgo sin ver su castillo. Se contruyó sobre el siglo X y desde entonces ha sido el encargado principal de proteger a la ciudad contra los invasores y de proteger algunas de las joyas más preciadas de la corona escocesa. Las joyas de las que hablo son los llamados Honores de Escocia: una valiosísima corona de oro con piedras preciosas incrustradas, una espada y un cetro. Estas joyas han representado la monarquía escocesa durante siglos, a través de los cuales les han hecho diversos retoques y detalles a la ornamentación. Sin embargo, tras la unión en 1707 de los reinos de Escocia e Inglaterra para formar el Reino Unido, estas joyas perdieron parte de su relevancia y fueron olvidadas en un arcón del castillo. Años después, se volvieron a encontrar y desde entonces se exponen a los visitantes del castillo.

Castillo de Edimburgo

Otra reliquia que se expone en el castillo es la Piedra del destino. Su origen es incierto pero se sabe que se usaba para las ceremonias de coronación de los reyes escoceses desde hace siglos. Realmente es solo una piedra normal y corriente, aparentemente no tiene nada de especial pero lo que la hace relevante es su función simbólica a lo largo de tantos años.
Alrededor del siglo XIII un rey inglés se la llevó para ponerla en la abadía de Westminster, donde permaneció durante 700 años. Hasta que el día de navidad de 1950 unos estudiantes escoceses decidieron tomarse la justicia por su mano y robaron la piedra del destino de la abadía para devolverla a Escocia. Durante varios días estos estudiantes se convirtieron en las personas más buscadas de todo el Reino Unido. Hasta que la policía les encontró y puso la piedra del destino de vuelta en la abadía de Westminster. Siguió allí varias décadas más hasta que, por fin, en 1996 Inglaterra le devolvió la piedra del destino a Escocia, y desde entonces se encuentra en el Castillo de Edimburgo.

Todos los días a la 1p.m se lanza un cañozano
al aire desde el castillo

Más cerca de la parte nueva de la ciudad se encuentra el Scott Monument, erigido en honor del famoso escritor escocés Walter Scott.
Scott Monument

Hay muchos cementerios repartidos por la ciudad debido al alto número de habitantes y las condiciones poco higiénicas de la ciudad que proporcionaban a Edimburgo una elevada tasa de mortalidad. Se cuenta que en el siglo XVIII, la Universidad de Edimburgo adquirió mucha fama y cada vez accedían a ella más estudiantes de medicina. Estos estudiantes necesitaban cadáveres para poder realizar sus prácticas pero no había suficientes donaciones de cuerpos a la universidad como para suplir la demanda. Y asi fue como surgió una suculenta oportunidad de negocio para los llamados desenterradores de cadáveres. Éstos se aprovechaban de las tumbas más accesibles (generalmente las de las personas más pobres que no podían costearse un mausoleo) y desenterraban los cadáveres para vendérselos a la universidad. De esta forma la universidad financiaba esta actividad delictiva que asolaba a la ciudad a lo largo de muchos años.

 

Y ya que hablamos de cementerios hay una entrañable historia que tuvo lugar en uno de ellos. ¿Raro, verdad? Pues ya verás que si. En la época de esplendor de los desenterradores de cadáveres con el fin de venderlos a la universidad, era necesario que hubiese vigilantes nocturnos en los cementerios ya que los desenterradores solían robar por la noche (que miedito). El vigilante nocturno del cementerio Greyfriars tenía un perro llamado Bobby para que le hiciese compañía. Desgraciadamente, aquel vigilante enfermó, probablemente a causa del hélido invierno escocés que pasaba a la intemperie. Bobby se dice que fue el perro más fiel de la historia ya que continuó durmiendo todas las noches junto a la tumba de su amo durante 14 años. La gente de la ciudad conocía su historia y se apiadaban del pobre Bobby dándole de comer a diario. Más de una vez algún alma caritativa quiso adoptar al perro pero éste seguía yendo todas las noches sin falta al cementerio Greyfriars para acompañar a su amo.

La historia de Bobby ha conmocionado a muchas personas alrededor del mundo y le han dedicado libros e incluso películas . Hoy en día la tumba del pequeño Bobby es visitada por cientos de turistas, haciendo que Greyfriars sea el cementerio más visitado de Edimburgo.

Bar dedicado a Bobby en la entrada del cementerio

Estatua en honor a Bobby

Otro de los lugares más significativos de la ciudad es Calton Hill, una colina desde donde tienes una vista completa de toda la ciudad. Un buen momento para ir a Calton Hill es a última hora de la tarde para poder ver la preciosa vista de la ciudad al atardecer

Además de todos estos monumentos también puedes disfrutar de una gran variedad de museos (la mayoría gratuitos) como el Museo de Edimburgo, la galería nacional de arte escocés, museo de la infancia o museo de la historia de la gente, entre otros.

Edimburgo es una ciudad con una historia muy viva y presente en todos los rincones de la ciudad. Ya me he quedado con ganas de volver a visitarla.










Comentarios

Entradas populares de este blog

Fin de semana en Milán

La isla griega de Milos

Mi hermanito de la luna